Historia

Durante la Edad Media, Hoyo de Manzanares fue uno de los municipios que integraba el denominado “Real de Manzanares”, territorio cedido por Alfonso X El Sabio a la familia de los Mendoza que cumplió un importante papel como coto de caza primero y posteriormente como suministrador de materias primas de la nueva capital madrileña.

En la actualidad, pasear por Hoyo de Manzanares con sus casas de piedra -testigos de la vida de otro tiempo-, su estampa de pueblo serrano, su olor a chimenea en invierno y a lavanda y tomillo en verano, ofrece al visitante un encanto especial.

A mediados del siglo XVI alcanzó el título de Villa emprendiendo el camino imparable que le ha llevado, de ser una pequeña villa rural a ser un municipio de más de 7.000 habitantes, que a pesar de su proximidad a Madrid, ha sabido conservar lo mejor de su entorno y su forma de vida.

Aunque las primeras muestras de los pobladores de Hoyo de Manzanares se remontan a la Edad Antigua (las tumbas antropomorfas halladas en el entorno del cementerio cristiano actual, parece que podrían ser de época hispano romana o visigoda) la historia de nuestro pueblo se remonta a la edad Media, cuando la Sierra de Guadarrama fue repoblada por pastores segovianos tras la Reconquista.

Pronto aparecieron disputas entre madrileños y segovianos por el aprovechamiento de los pastos y la madera de esta sierra, por lo que el Rey Alfonso X el Sabio, en un intento por apaciguar las mencionadas rencillas, segregó todo el territorio a favor de si mismo creando el Real de Manzanares, territorio que incluía 22 términos municipales de la sierra madrileña, desde la actual Nacional 1 a la Nacional 6. A finales del siglo XV, este territorio fue cedido a la familia nobiliaria de los Mendoza.

Ya en el reinado de Felipe II, Hoyo de Manzanares cumplió un importante papel en el suministro de materias primas para la nueva capital madrileña. Desde estos montes salían diariamente carros de transporte de leña para sus calderas y piedra para sus nuevas construcciones. Además, este municipio fue incluido como destino de ocio del rey y su séquito, quienes practicaban en nuestro término municipal la caza del jabalí.

A mediados del siglo XVII, Hoyo de Manzanares alcanzó el título de Villa y contaba entonces con unos 60 habitantes. A partir de este momento y hasta finales del siglo XVIII, la población fue en aumento hasta alcanzar los 400 vecinos. Este incremento se atribuyó a la calidad de sus aguas cárdenas, la pureza del aire serrano y la protección de la Sierra de Hoyo, factores que favorecían la longevidad de los vecinos.

El medio de subsistencia de la villa seguía siendo la extracción de piedra y madera de sus montes así, en este momento de finales del siglo XVIII, la tala indiscriminada de encinas, enebros y robles llegó a suponer un gran problema de deforestación, tal y como se refleja en las “Descripciones” remitidas por el párroco de la zona al Cardenal Lorenzana.

En el siglo XIX se situaban en la Plaza Mayor de Hoyo de Manzanares el Ayuntamiento, la escuela, que ocupaba la planta baja del edificio consistorial y la taberna, que junto con una tienda y una carnicería debían ser los únicos locales comerciales del municipio. Las viviendas de los vecinos eran estrechas, de mala calidad y pobremente acondicionadas. En sus patios interiores se albergaban los aperos de la escasa agricultura y ganadería existente así como los animales domésticos. En esta época, la Desamortización Civil de Madoz tuvo un enorme impacto en Hoyo de Manzanares, supuso la privatización de las fincas más extensas, procedentes de la mancomunidad de pastos, que serían utilizadas por los nuevos propietarios para el esparcimiento y la caza.

A mediados del siglo XX, el municipio experimentó un auge de población de casi el 200% en apenas 10 años, pasando de 662 habitantes en 1940 a 1850 habitantes en 1950, posiblemente debido a la instalación de la Academia de Ingenieros del Ejército y al aumento de veraneantes que comenzaron a construir en Hoyo de Manzanares sus lugares de descanso veraniego atraídos por el contacto con la Naturaleza y el aire puro. Estas mismas características hicieron de Hoyo de Manzanares el lugar ideal para ubicar un sanatorio de tuberculosos a las afueras del pueblo, donde hoy se emplaza el Colegio Público Virgen de la Encina.

En la actualidad, pasear por Hoyo de Manzanares, con sus casas de piedra, testigos de la vida de otro tiempo, su estampa de pueblo serrano, su olor a chimenea en invierno y a lavanda y tomillo en verano y el paisaje que encierra detrás de cada esquina, ofrece al visitante un encanto especial.